Una tarde como cualquier otra, en un pueblo perdido cerca de Ulianisk, Ucrania, el viejo campesino Helmut Siriakov volvía a su tarea de agricultor cotidiana cuando, al hacer limpieza en el antiguo pozo destinado a tareas por suerte ya superadas, encontró el documento que voy a referir a continuación. Más tarde Siriakov, hombre humilde y sencillo, aparecía asesinado en su misma habitación, no muy lejos de su finca. La noticia no tuvo apenas trascendencia. El escrito revelador que encontró Siriakov es nada menos que una entrevista a por aquel entonces adolescente Sergei Néchaiev, que se haría más tarde famoso gracias a la publicación, junto con Mijail Bakunin, del llamado "Catecismo del Revolucionario". La entrevista, dirigida por un periodista anónimo, se reproduce con fidelidad a continuación.
Sr. Entrevistador: - De manera que ud confiesa haber intentado atentar contra el zar el día 23 de septiembre del año 1867.
Sr. Sergei Néchaiev - En efecto, esta es la verdad. Se trató de un error de estrategia por el cual mi intención no pudo ser llevada a cabo. Fallaron el lugar previsto y la hora gracias al juego traicionero de algunos compañeros que se revelaron posteriormente espías.
E: - ¿Por qué quería ud matar al zar? Era una conspiración política, supongo.
N: En absoluto, quizás aquí reside la dificultad, a saber,en la comprensión de unas acciones socialmente reprobables y que se consideran crímenes contra la libertad humana y las instituciones que las representan, pues éste tipo de acciones, como ud sabe, siempre vienen asociadas a una rebelión política. ¿qué sentido tendría sino cometer un acto semejante contra el receptáculo del poder? Y sin embargo aquí comienza toda la causa por la que se puede explicar mi acción.
E: ¿Puede explicarme primero quiénes son ustedes y qué sentido tenía pues el asesinato del zar?
N: Mis compañeros han sido antiguos revolucionarios. La mayoría entendía este acto como político, sin duda. Pero todo el movimiento que he organizado y su trama en realidad no tiene de fondo una finalidad política, sino metafísica. En realidad, su finalidad es propiamente la coherencia del nihilista. Pregúnteme qué buscaba con matar al zar y le contestaré: no derrocar ningún estúpido régimen para sustituirlo por otro quizás aún más cínico, sino que su fin es la gratuidad, por un lado, y la reafirmación de la justicia como hombre particular , por otro.
E: Déjeme que trate de entenderlo. ¿Quiere decir usted que no tenía ninguna finalidad el hecho de matar al zar? Entonces, ¿por qué iba a tenerla no matarlo? ¿y por qué la gratuidad? ¿Qué quiere decir con esto?
N: Precisamente porque no tenía ninguna finalidad matar al zar, precisamente porque se puede razonar de mil maneras su insensatez, ¡por eso precisamente quiero matarlo! La gratuidad se refiere a la consecuencia del rechazo personal a los valores morales.
E: No ha dejado claro aún qué quiere decir con eso de su soledad como hombre.
N: La existencia humana se comporta muy mal con sus hijos; los arroja a un sinsentido continuo en el que lo único que queda de verdad es justo lo contrario de lo que las religiones universales afirman salvar, ¿se da cuenta del grave delito que significa esto? Si lo más grande que una religión puede ofrecer a un hombre resulta ser la salvación eterna y la superación de la muerte, y ello es motivo de una vida de sacrificio completa, ¿por qué no habrá entonces de ser motivo para el asesinato y el sinsentido una vida que en realidad está desposeída del sentido y de la salvación?
E: Pero quizás Dios exista, ¿no ha pensado que esta tesis no puede ser refutada de modo absoluto?
N: Quizás Dios exista, desde luego. Pero el sufrimiento que ha permitido le cuesta el respeto del humano hacia él. Quizás es menos grave que Dios no exista, pues de otro modo no terminaría nunca el hombre de resucitarle para volver a crucificarle.
E: Eso que dice es duro. Pero si Dios es el referente último y el administrador del sentido, de la vida y de la moral, ud no podría rebelarse contra Él. Sus designios permanecerán absolutos frente a su insignificancia.
N: Entonces Dios hizo al hombre para glorificarse a Él mismo. Pues mediante una creación inferior puede agotar sus ansias de poder y el deseo de saberse el más alto sobre la faz del Universo. ¿Dónde está entonces la libertad que Dios nos ha dado, si resulta que las consecuencias de la misma son fatales ? Si obrar libremente equivale a obrar como Dios nos manda, entonces obrar libremente equivale a obrar bajo coacción…Dios mismo establece que la libertad es posible, pero con consecuencias necesarias. Las consecuencias de obrar según su Voluntad son la felicidad y la armonía, junto con la vida eterna. Las consecuencias de obrar libremente son, sin embargo, la infelicidad, la muerte y la destrucción, ¡por Él mismo, ciertamente! ¿Es este el temor del que Dios mismo habla, el que hay que tenerle a Él?
E: ¿Cree usted en los valores morales?
N: En absoluto.
E: Y bien, ¿ no es un valor en sí la rebelión contra el absolutismo de Dios? Pareciera en sus palabras que hay una gran sed de rebeldía.
N: Mi valor moral coincide con la ausencia de moral. La ausencia de moral es para mí un valor. Esto no es contradictorio. Para mí es valioso que salten en pedazos las reglas de la moral. No confundamos términos. En lugar de decir que es moral lo inmoral, digamos mejor: valoro lo inmoral, de manera que se disipe la contradicción.
E: Sea explícito. Su rebeldía, ¿está basada en razones?
N: La rebeldía parte de la razón para morir en la sinrazón. Le repito que ese es el significado explícito de la valoración de lo inmoral. Si Dios existe, Él es el culpable de la existencia y del dolor, del pecado y de la muerte. Si no existe, el hombre está destinado a desgarrarse en la guerra y en la lucha por el poder. Esto no es cinismo, es realismo. Ningún razonamiento puede con la lógica profunda de esta actitud.
E: No acabo de comprender. ¿Usted se rebela debido a la injusticia y acaba cometiendo injusticia? ¿no replica de ese modo lo que lucha por destruir?
N: Yo no pretendo destruir la injusticia, en absoluto. Más bien habría que decir: el mundo me ha dado permiso para poder destruir, ésa es la diferencia fundamental. La lógica conduce a la ruptura de esa lógica. En el momento en que ya se ha desarrollado la lógica hacia su opuesto, no tiene sentido preguntarse por la razón o la coherencia. La coherencia ha dado paso a la acción.
E: De manera que asume ud su propia destrucción.
N: Todo nihilista serio asume eso, es decir, asume la muerte y asume que sus actos pueden rebelarse contra uno mismo y condenarle. El hecho mismo de mantener la posibilidad de la existencia de un Dios malvado ya es un acto autodestructivo. El nihilista es suicida, siempre. Eso quiere decir que si ud me acribillara ahora mismo a balazos, antes de morir no le pediría ninguna razón. ¡En eso consiste asumir la gratuidad del mundo! El que asume lo gratuito del mundo está ya en otro nivel que no en el de la lógica y el del razonamiento, aunque en el fondo esta actitud sea consecuencia de una lógica más profunda.
E: De manera que ud insinúa que toda la conducta ilógica está basada en una lógica anterior.
N: Toda lógica absoluta lleva a la ilógica, he aquí la respuesta. El marxismo que se alza como liberador de los hombres conduce al totalitarismo, el cristianismo a la represión ideológica, y en definitiva, la misma idea de Dios conduce al inmovilismo, a la renuncia de la libertad y a la servidumbre.
E: ¿Y si no habla en ud la razón, sino la rabia contenida?
N: El desesperado ya no tiene rabia. El rebelde primigenio aún no es nihilista. Aún queda humanidad en él.
E: Entiendo. Acepta que ud es inhumano y…
N: Y que yace una lógica muy humana detrás que lleva a esa inhumanidad. Por favor! Nadie sobre la faz de esta Tierra podrá jamás argumentar con absoluta veracidad contra el rebelde que termina en el puro nihilismo. Conociendo muchas de las circunstancias en las que nacen y se desarrollan las personas y sus vidas entendemos sus crímenes y sus locuras.
E: ¿Ud cree que la lucha social lleva consigo la violencia?
N: Desde luego que sí.
E: Entiendo su nihilismo, pero muchos revolucionarios objetarían, no siendo nihilistas, que su finalidad es la de reconstruir las condiciones de posibilidad de la justicia y la igualdad humanas. ¿Qué piensa de ellos? ¿Cree que para instaurar la revolución es necesaria la violencia?
N: La diferencia entre el nihilista y el revolucionario es que el último se halla en una contradicción insoluble. Hay quien ha propuesto una solución intermedia que de cauce legítimo a la rebeldía sin la utilización de la violencia, por ejemplo, la creación del sindicato o algún tipo de mediador en el que el rebelde sea absuelto de una posible sumisión a la autoridad sin llegar a la desmesura. Yo no lo creo viable.
E: ¿por qué no?
N: Para que exista una verdadera, una auténtica rebeldía, se necesitan unas condiciones estrictas. Estas condiciones de posibilidad de la emergencia de una auténtica rebeldía son sociales , espirituales o en general razones opresivas que sean asfixiantes. Un sindicato no se crea para destruir una dictadura que confina al hambre absoluto a un pueblo destruido, sino para mejorar las condiciones de trabajo en un Estado que al menos permite la existencia de tal sindicato. Lo que quiero decir es que sólo condiciones asfixiantes posibilitan una rebeldía verdadera. De aquí se deduce lo demás.
E: ¿Qué se deduce?
N: Se deduce la imposibilidad de atajar el problema con soluciones democráticas o dialógicas. Si las condiciones son asfixiantes, las soluciones democráticas son inservibles, lo cual lleva a la violencia, completando el círculo que forma la ecuación rebeldía= violencia.
E. Sigue ud pareciendo incoherente en su conducta. ¿Cómo puede una persona afirmar su autodestrucción sin negar la legitimidad de su juicio?
N: Porque el nihilista no se fija en la relación entre los términos sino en lo que su interacción total suponen. Y esa interacción es la afirmación plena del nihilismo, que sólo se consigue manteniendo en contradicción los términos implicados. Si yo deseo ser nihilista (tesis) necesito mantener una mecánica de contradicción. Pero la afirmación plena se consigue, por ejemplo, matar al zar.
E. ¿Qué consigue un nihilista con todo esto?
N: El acto nihilista es puramente cínico y gratuito. No busca la complacencia universal ni la gratificación de todas las almas, sino sólo y únicamente el pago por la injusticia que a él se le ha hecho. Pero en lugar de tratar, como el revolucionario, de instaurar un orden humano que pretende la felicidad humana completa y que por ello precisamente fracasa, (pues la violencia es imprescindible y su utilización contradice el ideal por el cual se ejecuta su acción), el nihilista afirma la necesaria inconsecuencia para escapar a la propia inconsecuencia. Verdaderamente la situación es dramática, pero le aseguro que sólo desde esta inconsecuencia se puede acceder a eso que llamamos los grandes valores. Luchar por un valor significa la imposición y la violencia, el totalitarismo. Luchar por la nada, como el desesperado, permite el ejercicio de la gratuidad, permite el amor gratuito al semejante. Tal persona no necesitará en este estadio comportarse según un orden concreto ni según ninguna cadena de justificaciones. La rebeldía absoluta produce dos cosas: el totalitarismo y la imposibilidad de la libertad humana, y el nihilismo y la gratuidad. Confiaría a quien quiere razones este último, pues de él cabe aún la esperanza de la gratuidad, que no cabe para el rebelde dogmático.
E: Entonces, y por último, ¿por qué no opta ud por la gratuidad del amor y prefiere la de la violencia?
N: En el fondo se trata de la condición particular de la persona. Yo me he dado a mi demonio particular. Si mi carácter fuera diferente, probablemente habría elegido otra forma de gratuidad. Pero como no estoy condenado por ningún valor a tomar partido por ningún tipo de acción, quizás el día de mañana me vuelva generoso y proclame el amor entre los hombres, quién sabe. Se trata de que frente a la lógica del dominio absoluto sea el azar absoluto el que nos eleve por encima de esa mísera condición.
E: Entonces ud afirma que es malvado de corazón.
N: No creo en tal valor moral, eso es todo. La palabra maldad no tiene sentido para mí. Si fuera malvado, como le digo, no sería para mí posible decidir por el amor gratuito hacia los hombres. Y quizás sea una opción. Después de todo, el amor gratuito se revela como superior al amor por un valor. Es el amor divino, que ama sin recibir nada a cambio, y no sólo eso, sino que se deshace del mandato del amor para poder realizarlo con plena voluntad. Esto es para mí la libertad absoluta.
E: Entiendo su nihilismo, pero muchos revolucionarios objetarían, no siendo nihilistas, que su finalidad es la de reconstruir las condiciones de posibilidad de la justicia y la igualdad humanas. ¿Qué piensa de ellos? ¿Cree que para instaurar la revolución es necesaria la violencia?
N: La diferencia entre el nihilista y el revolucionario es que el último se halla en una contradicción insoluble. Hay quien ha propuesto una solución intermedia que de cauce legítimo a la rebeldía sin la utilización de la violencia, por ejemplo, la creación del sindicato o algún tipo de mediador en el que el rebelde sea absuelto de una posible sumisión a la autoridad sin llegar a la desmesura. Yo no lo creo viable.
E: ¿por qué no?
N: Para que exista una verdadera, una auténtica rebeldía, se necesitan unas condiciones estrictas. Estas condiciones de posibilidad de la emergencia de una auténtica rebeldía son sociales , espirituales o en general razones opresivas que sean asfixiantes. Un sindicato no se crea para destruir una dictadura que confina al hambre absoluto a un pueblo destruido, sino para mejorar las condiciones de trabajo en un Estado que al menos permite la existencia de tal sindicato. Lo que quiero decir es que sólo condiciones asfixiantes posibilitan una rebeldía verdadera. De aquí se deduce lo demás.
E: ¿Qué se deduce?
N: Se deduce la imposibilidad de atajar el problema con soluciones democráticas o dialógicas. Si las condiciones son asfixiantes, las soluciones democráticas son inservibles, lo cual lleva a la violencia, completando el círculo que forma la ecuación rebeldía= violencia.
E. Sigue ud pareciendo incoherente en su conducta. ¿Cómo puede una persona afirmar su autodestrucción sin negar la legitimidad de su juicio?
N: Porque el nihilista no se fija en la relación entre los términos sino en lo que su interacción total suponen. Y esa interacción es la afirmación plena del nihilismo, que sólo se consigue manteniendo en contradicción los términos implicados. Si yo deseo ser nihilista (tesis) necesito mantener una mecánica de contradicción. Pero la afirmación plena se consigue, por ejemplo, matar al zar.
E. ¿Qué consigue un nihilista con todo esto?
N: El acto nihilista es puramente cínico y gratuito. No busca la complacencia universal ni la gratificación de todas las almas, sino sólo y únicamente el pago por la injusticia que a él se le ha hecho. Pero en lugar de tratar, como el revolucionario, de instaurar un orden humano que pretende la felicidad humana completa y que por ello precisamente fracasa, (pues la violencia es imprescindible y su utilización contradice el ideal por el cual se ejecuta su acción), el nihilista afirma la necesaria inconsecuencia para escapar a la propia inconsecuencia. Verdaderamente la situación es dramática, pero le aseguro que sólo desde esta inconsecuencia se puede acceder a eso que llamamos los grandes valores. Luchar por un valor significa la imposición y la violencia, el totalitarismo. Luchar por la nada, como el desesperado, permite el ejercicio de la gratuidad, permite el amor gratuito al semejante. Tal persona no necesitará en este estadio comportarse según un orden concreto ni según ninguna cadena de justificaciones. La rebeldía absoluta produce dos cosas: el totalitarismo y la imposibilidad de la libertad humana, y el nihilismo y la gratuidad. Confiaría a quien quiere razones este último, pues de él cabe aún la esperanza de la gratuidad, que no cabe para el rebelde dogmático.
E: Entonces, y por último, ¿por qué no opta ud por la gratuidad del amor y prefiere la de la violencia?
N: En el fondo se trata de la condición particular de la persona. Yo me he dado a mi demonio particular. Si mi carácter fuera diferente, probablemente habría elegido otra forma de gratuidad. Pero como no estoy condenado por ningún valor a tomar partido por ningún tipo de acción, quizás el día de mañana me vuelva generoso y proclame el amor entre los hombres, quién sabe. Se trata de que frente a la lógica del dominio absoluto sea el azar absoluto el que nos eleve por encima de esa mísera condición.
E: Entonces ud afirma que es malvado de corazón.
N: No creo en tal valor moral, eso es todo. La palabra maldad no tiene sentido para mí. Si fuera malvado, como le digo, no sería para mí posible decidir por el amor gratuito hacia los hombres. Y quizás sea una opción. Después de todo, el amor gratuito se revela como superior al amor por un valor. Es el amor divino, que ama sin recibir nada a cambio, y no sólo eso, sino que se deshace del mandato del amor para poder realizarlo con plena voluntad. Esto es para mí la libertad absoluta.
Sergey Gennadiyevich Nechayev (1847 - 1882) , más conocido como Sergei Nechaev, (Сергей Геннадиевич Нечаев), fue una figura revolucionaria rusa popularmente asociada con los movimientos nihilista y anarquista y conocido por su teoría y práctica de la revolución con medios mínimos.
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