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domingo, julio 01, 2007

El evangelio por un kopec

En 1876 León Tolstoi padece una crisis espiritual que le lleva al borde del suicidio. En su búsqueda incesante recorre la filosofía griega y oriental, y finalmente encuentra la verdad que buscaba en el mensaje de Cristo. Este mensaje no es el dogma cristiano tal y como se entiende desde la dogmática eclesiástica.

Ni siquiera se trata de un dogma. El evangelio de Tolstoi es una sobria combinación de lógica o sentido común y rechazo de la trascendencia. No por casualidad se convertiría en uno de los libros de cabecera de Wittgenstein a lo largo de sus frecuentes crisis espirituales y filosóficas. Tolstoi rechaza abiertamente la concepción divina de Jesucristo, quien sólo fue un mendigo filósofo que predicó verdades comunes al género humano, y que por azar fue recordado en la memoria de los hombres.

Esta negación de la divinidad de Cristo hace al mismo más valioso y comprensible. Lo interesante de Tolstoi es su intento por hacer claras las verdades que la tradición eclesiástica ha tratado de oscurecer con extrañas interpretaciones dogmáticas y metafísicas. Parece que la cúpula de la Iglesia ha estado durante siglos haciendo complejo aquello que era sencillo, en definitiva, convirtiendo las verdades en misterios con otro fin que no podía ser el del monopolio del poder y la dirección de los creyentes.

Por eso Tolstoi rechaza toda interpretación metafísica de Cristo e incluso prescinde de algunos fenómenos, como los milagros, mediante una exégesis curiosa en la que estos milagros se comprenden como meras metáforas. Y sin embargo su interpretación simple del evangelio cristiano –que la verdad está entre los hombres y en la tierra, que consiste en mirar al corazón y poner en primer lugar los intereses del alma en vez de los del cuerpo- soluciona un conflicto central que ninguna teología ha podido llegar a explicar, pero que, precisamente en virtud de esa imposibilidad explicativa, ha aprovechado para sacralizar los misterios de la religión.

La contradicción en la naturaleza de Cristo ha sido al mismo tiempo una dificultad para explicar al hombre y una ventaja para aprovechar la oscuridad metafísica que no alcanza el entendimiento. Cómo un hombre puede ser hombre al tiempo que Dios, participar de lo humano al tiempo que lo divino, es además el origen de múltiples discusiones acerca del principium individuationis en la Edad Media.

La Iglesia no puede explicar este hecho que sin embargo el evangelio inmanente de Tolstoi logra hacer plausible. Convertir en un puro hombre aquel que representa al género humano significa también otorgar un tipo distinto de sacralidad a ese hombre que sólo puede llegar a serlo si plenamente es carne y no sólo parcialmente. El hombre que dio su vida por el hombre no podía ser sino un hombre en la plenitud de su palabra.

Para Tolstoi el entendimiento divino es el logos griego; no hay otra verdad más trascendente que la que se oculta en nuestras almas; no hay otra verdad que aquella que es común a todos los hombres. La verdad está aquí, en la tierra, dentro de nosotros. La dignificación del alma en Tolstoi, al hacerla humana y terrenal, lo convierte en uno de los profetas del humanismo. Y nos acerca de una forma más clara y convincente a la persona que en realidad pudo ser Jesucristo.

9 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

David, discrepo en lo de las 'verdades comunes' que practicó Jesús. Al contrario, se trata, sobre todo en su radicalidad, de nociones y aspectos no precisamente comunes hasta ese momento en la historia.

Tengo entendido que Wittgenstein leía mucho el texto que Tolstoi escribió sobre los evangelios. David, ¿sabes si está traducido al castellano y en qué editorial? gracias

Unknown dijo...

Hola, Horrach.

En efecto, yo tampoco creo en esas verdades comunes del género humano. Lo cierto es que estaba exponiendo el pensamiento de Tolstoi, que cree ver en las verdades de Jesús una efectividad universal. También para mi el fenómeno del cristianismo es algo nuevo, único. El mandamiento de "poner la otra mejilla" es el mejor ejemplo de como las enseñanzas de Cristo eran nuevas y extrañas en el mundo antiguo. La predicación de Pablo en el Areópago y las burlas de los epicúreos es otro ejemplo de la novedad de esta enseñanza.

El libro de Tolstoi esta en KRK ediciones. es el Evangelio Abreviado, version definitiva del autor que consideró era su mejor obra.

saludos.

Johannes A. von Horrach dijo...

Gracias David. Sólo una cosa más: ¿de qué año es la edición castellana?
No me suena la edición: ¿sabes si puede conseguirse más o menos fácilmente? gracias

Unknown dijo...

Hola, Horrach. La edicion es del año 2006. Yo lo consegui en una libreria pequeña de madrid, pero n me he fijado si estará en las grandes. Te paso aqui el link donde puedes obtener información del libro.

saludos.

http://www.krkediciones.com/fichaLibro.php?l=487

Johannes A. von Horrach dijo...

Muchas gracias David. Hace años me interesé por este libro, pero no encontré ninguna referencia de traducción española.

saludos

Unknown dijo...

Ok, Horrach, de nada.

me alegro de que te haya servido mi informacion,

saludos.

Anónimo dijo...

David:
El libro de Tolstoi esta en KRK ediciones. es el Evangelio Abreviado, version definitiva del autor que consideró era su mejor obra

Me alegra saberlo, tuve hace tiempo entre mis manos una versión inglesa que no me dio tiempo a acabar.

No obstante, no hay mensaje cristiano sin divinidad implícita.

Reconozco que las intenciones del llamado "Padrecito" eran buenas, pero reducela figura de Cristo al de reformador social.

Unknown dijo...

Hola, renton.

En realidad, esa es la consecuencia de suponer que jesucristo fue realmente el hijo de Dios o pensar que solo fue un profeta o un sabio, pero en cualquier caso, un hombre. Yo estoy mas del lado de Tolstoi porque pienso lo segundo; evidentemente, pensar lo primero es lo que define al cristiano como tal.

saludos.

Anónimo dijo...

Hola, buenas, me gustaría saber si se ha editado o se puede buscar alguna edición del libro del Tolstoi el Reino de Dios esta en vosotros, saludos