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martes, julio 24, 2007

Realidad errante

La crítica de la metafísica según la ha entendido el positivista olvida un hecho esencial, a saber: la configuración cerrada de su propio lenguaje, la siempre ya decidida ordenación de sus significados aún en su supuesta objetividad indiscutible.

Este sentido de lo metafísico, como aquello siempre distinto e incluso oculto al
hecho dado inmediatamente a los sentidos, guarda aún una legitimidad que se basa precisamente en esta previa configuración de nuestros lenguajes, que asignan ya siempre significados inmóviles adscritos a supuestas esencias también definitivas.

Al menos en Hegel se rompe esta secuencia de la invariabilidad del significado cuando se admite ya la posibilidad de que un ente se convierta en su contrario. Este entendimiento del ser como proceso, del ser como aquello que sólo se adquiere a sí mismo en la enajenación de sí, en el que “la figura finita se presenta como inquietud infinita” (Jean-Luc Nancy), nos puede ayudar a sustentar la idea de que frente al fenómeno puro como agotamiento del sentido se da una traslación de otros sentidos, que, en fin, los significados son móviles y que por tanto hay que estar precavidos de la inmovilidad de nuestro propio lenguaje.


Ello significa, dicho de otro modo, que las consideraciones acerca de conceptos como lo “metafísico”, lo “religioso”, etc, son ya siempre determinaciones asignadas a priori que quizás no den cuenta de la otra cosa que se está desarrollando en ellas. Y es que el concepto mismo de alienación implica esta ocultación de la cosa mediante el fenómeno dado; pues que toda vez que se admite que la cosa se puede falsear a sí misma, hay que decir también que el hecho dado no siempre coincide consigo mismo en la forma de su exposición.


Esta no coincidencia entre el hecho y su naturaleza, entre los momentos de la cosa y la cosa misma, implica además, no solo el hecho de la variabilidad de los significados, sino quizá, y lo que es más importante, la remisión infinita de los mismos. De tal modo que la conclusión de un juicio en un discurso resulta ser tan sólo una parada o un corte arbitrario en la expansión o en la remisión de aquello que se trata. O, dicho de otra manera: lo pensado siempre se trasciende hacia sus otras manifestaciones, y en esta remisión infinita el punto que decide sobre la última significación es más un corte violento en la explicación que no su última determinación.


Con todo, esta forma de comprender la alienación de la cosa y su naturaleza semántica infinita nos puede ayudar a entender las cosas de una forma más amplia, y no dejarnos llevar por prejuicios como el rechazo a lo “teológico”, o a lo “metafísico”, como si toda la experiencia de lo religioso o de lo metafísico se agotara en ella misma o coincidiera con el concepto que nosotros mismos tenemos de eso religioso o metafísico.


La remisión infinita del significado significa a su vez que éste vagabundea o se posa arbitrariamente sobre una determinación de un modo en el que ésta no coincide ni representa jamás lo que aparenta significar. Es en este sentido en el que habría que salvaguardar la palabra “metafísica”.

2 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

David, no me cansará de repetir lo estimulantes que son tus entradas. Tenemos una idea muy similar de la filosofía, aunque yo no soy capaz de expresarla de esta manera tan clara y sugerente. En mi próxima disección de Kiliedro ('La esencia de la verdad', que aparecerá la semana que viene) he intentrado hablar de esto, aunque me temo que sólo me he quedado en la superficie.

El entendimiento del ser como proceso, esa imposibilidad de definir absolutamente unas determinaciones, nos aboca al desarraigo que plantea Heidegger como la esnecia del pensar filosófico (no 'metafísico').

saludos

Unknown dijo...

Hola, Horrach.

Gracias por tu comentario, a su vez estimulante. No es raro que tengamos esta idea de la filosofia; creo que, si uno es minimamente riguroso en el aspecto de hacerse cargo de lo que plantea su propio tiempo, no puede nunca desligarse de ese compromiso de enfrentar el abismo correspondiente. Leeré con gusto tu articulo de Kiliedro, tratando de responderte en la medida de mis posibilidades.

saludos