340. En la forma de la interrogación filosófica se halla ya el contenido de la respuesta. Preguntar es siempre preguntar desde un algo cuya respuesta sólo podrá manifestarse en la medida en que lo permita ese algo.
341. Recuerda siempre esta máxima: si sólo tú tienes la razón, y los demás están en la sinrazón, entonces tú ya no tienes la razón.
342. No hay que engañarse con las ideas del sueño y la vigilia. Que exista una diferencia entre ellas no significa que en muchos individuos la realización de sus relaciones sea la misma. Ello significa que hay sujetos en los cuales el sueño es más lúcido que la vigilia de otros, y otros aún en la vigilia están más dormidos que el más inconsciente de los animales.
343. Porque hay mundo hay su propia indeterminación. La indeterminación no es una propiedad del mundo, algo así como una posesión de su estructura, sino el desarrollo mismo del mundo. El mundo consiste en su propia apertura abismática, en su destrucción y construcción sin principio ni fin, en una curva que en su límite vuelve sobre sí, en la idea de que lo más grande declina y se hace esencia de lo más pequeño.
344. La idea del eterno retorno implica la disolución misma del tiempo, la idea de que todo tiempo es centro del tiempo mismo, la eliminación de los límites o de las periferias. El mundo en cierto sentido tampoco tiene centro, pues no hay dogma, ni lugar, ni creencia, etc, que pueda hacerse centro y fundamento de las cosas. El presente mismo se convierte en eternidad cuando no hay tiempo escatológico en el que ese presente sea sólo un fragmento de la línea temporal. Pero ello no es aplicable al hombre, cuya experiencia del tiempo es semicircular, implicada ya en un horizonte en movimiento. Y sólo ese presente en movimiento es lo que abarca la conciencia actual de su existencia. Pero como también pasado y futuro irrumpen en su experiencia del tiempo, el hombre vive allí donde actualmente no existe.
345. Jesucristo representa al hombre y redime al hombre en virtud de tal representación, por el hecho de que su vida ejemplifica la relación del hombre con su nacimiento y su muerte. En Jesús la muerte es la parte fundamental de su mensaje; lo que nos queda como esencia suya es su imagen clavada en un madero. El momento de la muerte en Jesús define también el resto de su vida. Y si su figura redime a los hombres, es porque los representa en su extremo más esencial, más puro y auténtico.
346. La perplejidad de la filosofía surge cuando al distinguir cae en la cuenta de que las relaciones creadas por el juicio a menudo contradicen aspectos básicos del mundo y su sentido. El mundo preteorético no es un mundo, como tal, reconocible en ningún juicio; pero ello no es porque sea más puro o esencial que el mundo del juicio, sino, más bien porque en ese mundo se da todo a la vez, con el tiempo vibrante e inapresable de la vida. En este movimiento absolutamente todo se da a la vez. No hay barreras del tiempo ni distinciones posibles. Más tarde el hombre comienza a distinguir y la contradicción emerge; pero nunca como resultado del mundo mismo, sino como momento propio del juicio en cuanto tal. La contradicción, pues, pertenece al juicio, nunca al mundo.
347. El mundo no sabe de nuestros lenguajes.
348. Y sin embargo no podemos experimentar el mundo que no sea en la forma de una pura contradicción. Ello no significa que el juicio del hombre sea algo así como “falso”. Simplemente, así son las cosas.
349. Nadie puede decir con una especie de razón universal en su mano que el mundo del hombre es más verdadero que el mundo de la naturaleza, máxime cuando esa distinción no la hace la naturaleza, sino el hombre. El estatuto ontológico de estos mundos no lo puede dictaminar nadie, acaso porque ni siquiera lo tengan como tal.
350. La perplejidad en filosofía no es sólo una actitud, sino que además es la actitud más lógica de aquel que ha seguido la marcha del pensamiento a través de la historia.
351. Pensar si algo tiene o no un estatuto ontológico es ponerle ya un estatuto ontológico.
352. No existe conocimiento de la vida. Sólo se puede mantener un conocimiento tal en la sujeción a ciertos prejuicios o creencias dudosas. El que dice tener un conocimiento de la vida tiene un conocimiento de prejuicios de la vida. Pero nadie puede conocer la esencia misma de la vida.
353. Proclamar el absurdo de la vida está permitido, aunque nadie tiene por sí mismo razón para proclamarlo. Pero podría hacerlo, y nadie podría protestar contra esto.
354. La causa de que la poesía actual sea como es, es decir, chabacana, superficial, negadora de sí misma, es que la poesía como tal está muerta. No hay problema en decir esto; pues quien sabe si, del mismo modo que en Grecia existió un tiempo en que el discurso religioso dejó de calmar las conciencias, (p ej en Jenófanes), no existirá ya un tiempo en que la poesía deje de tener una función efectiva en el mundo. Por eso, la poesía que hoy existe es justo la negación misma de la poesía como tal.
355. Todo lo que gano por el día lo pierdo por la noche, y lo que gano en la noche lo pierdo por el día.
356.Una estúpida contingencia puede arruinar la dirección y el trabajo que he invertido en mi destino. Toda la voluntad y la razón son por eso pequeños hilos que penden de rocas azarosas, de leyes que se trasgreden a sí mismas, y como maniquíes movemos nuestras vidas desde la más profunda de las ignorancias.
357. Pasar a la historia es siempre pasar a la historia de un determinado pueblo. Sin hacer demasiadas cábalas, es fácil imaginar cómo serán los pueblos futuros que hagan de nosotros parte de su historia, y también que nadie medianamente sensato desearía jamás formar parte en la educación de tales hombres.
358. Cuanto más invierto en la razón, más deudas se añaden a la cuenta de mi cordura.
341. Recuerda siempre esta máxima: si sólo tú tienes la razón, y los demás están en la sinrazón, entonces tú ya no tienes la razón.
342. No hay que engañarse con las ideas del sueño y la vigilia. Que exista una diferencia entre ellas no significa que en muchos individuos la realización de sus relaciones sea la misma. Ello significa que hay sujetos en los cuales el sueño es más lúcido que la vigilia de otros, y otros aún en la vigilia están más dormidos que el más inconsciente de los animales.
343. Porque hay mundo hay su propia indeterminación. La indeterminación no es una propiedad del mundo, algo así como una posesión de su estructura, sino el desarrollo mismo del mundo. El mundo consiste en su propia apertura abismática, en su destrucción y construcción sin principio ni fin, en una curva que en su límite vuelve sobre sí, en la idea de que lo más grande declina y se hace esencia de lo más pequeño.
344. La idea del eterno retorno implica la disolución misma del tiempo, la idea de que todo tiempo es centro del tiempo mismo, la eliminación de los límites o de las periferias. El mundo en cierto sentido tampoco tiene centro, pues no hay dogma, ni lugar, ni creencia, etc, que pueda hacerse centro y fundamento de las cosas. El presente mismo se convierte en eternidad cuando no hay tiempo escatológico en el que ese presente sea sólo un fragmento de la línea temporal. Pero ello no es aplicable al hombre, cuya experiencia del tiempo es semicircular, implicada ya en un horizonte en movimiento. Y sólo ese presente en movimiento es lo que abarca la conciencia actual de su existencia. Pero como también pasado y futuro irrumpen en su experiencia del tiempo, el hombre vive allí donde actualmente no existe.
345. Jesucristo representa al hombre y redime al hombre en virtud de tal representación, por el hecho de que su vida ejemplifica la relación del hombre con su nacimiento y su muerte. En Jesús la muerte es la parte fundamental de su mensaje; lo que nos queda como esencia suya es su imagen clavada en un madero. El momento de la muerte en Jesús define también el resto de su vida. Y si su figura redime a los hombres, es porque los representa en su extremo más esencial, más puro y auténtico.
346. La perplejidad de la filosofía surge cuando al distinguir cae en la cuenta de que las relaciones creadas por el juicio a menudo contradicen aspectos básicos del mundo y su sentido. El mundo preteorético no es un mundo, como tal, reconocible en ningún juicio; pero ello no es porque sea más puro o esencial que el mundo del juicio, sino, más bien porque en ese mundo se da todo a la vez, con el tiempo vibrante e inapresable de la vida. En este movimiento absolutamente todo se da a la vez. No hay barreras del tiempo ni distinciones posibles. Más tarde el hombre comienza a distinguir y la contradicción emerge; pero nunca como resultado del mundo mismo, sino como momento propio del juicio en cuanto tal. La contradicción, pues, pertenece al juicio, nunca al mundo.
347. El mundo no sabe de nuestros lenguajes.
348. Y sin embargo no podemos experimentar el mundo que no sea en la forma de una pura contradicción. Ello no significa que el juicio del hombre sea algo así como “falso”. Simplemente, así son las cosas.
349. Nadie puede decir con una especie de razón universal en su mano que el mundo del hombre es más verdadero que el mundo de la naturaleza, máxime cuando esa distinción no la hace la naturaleza, sino el hombre. El estatuto ontológico de estos mundos no lo puede dictaminar nadie, acaso porque ni siquiera lo tengan como tal.
350. La perplejidad en filosofía no es sólo una actitud, sino que además es la actitud más lógica de aquel que ha seguido la marcha del pensamiento a través de la historia.
351. Pensar si algo tiene o no un estatuto ontológico es ponerle ya un estatuto ontológico.
352. No existe conocimiento de la vida. Sólo se puede mantener un conocimiento tal en la sujeción a ciertos prejuicios o creencias dudosas. El que dice tener un conocimiento de la vida tiene un conocimiento de prejuicios de la vida. Pero nadie puede conocer la esencia misma de la vida.
353. Proclamar el absurdo de la vida está permitido, aunque nadie tiene por sí mismo razón para proclamarlo. Pero podría hacerlo, y nadie podría protestar contra esto.
354. La causa de que la poesía actual sea como es, es decir, chabacana, superficial, negadora de sí misma, es que la poesía como tal está muerta. No hay problema en decir esto; pues quien sabe si, del mismo modo que en Grecia existió un tiempo en que el discurso religioso dejó de calmar las conciencias, (p ej en Jenófanes), no existirá ya un tiempo en que la poesía deje de tener una función efectiva en el mundo. Por eso, la poesía que hoy existe es justo la negación misma de la poesía como tal.
355. Todo lo que gano por el día lo pierdo por la noche, y lo que gano en la noche lo pierdo por el día.
356.Una estúpida contingencia puede arruinar la dirección y el trabajo que he invertido en mi destino. Toda la voluntad y la razón son por eso pequeños hilos que penden de rocas azarosas, de leyes que se trasgreden a sí mismas, y como maniquíes movemos nuestras vidas desde la más profunda de las ignorancias.
357. Pasar a la historia es siempre pasar a la historia de un determinado pueblo. Sin hacer demasiadas cábalas, es fácil imaginar cómo serán los pueblos futuros que hagan de nosotros parte de su historia, y también que nadie medianamente sensato desearía jamás formar parte en la educación de tales hombres.
358. Cuanto más invierto en la razón, más deudas se añaden a la cuenta de mi cordura.
4 comentarios:
te escribo desde la alegría, de nuevo, al leer tus extractos. Me conmueve la palabra PERPLEJIDAD.
Un saludo david
Uno de Samuel Beckett
Bebe solo
bufa quema fornica revienta solo
como antes
los ausentes están muertos los presentes apestan
saca tus ojos vuélvelos hacia los juncos
se enojen o los perezosos
no vale la pena está el viento
y el insomnio
SALUDOS
Uno de Samuel Beckett
Bebe solo
bufa quema fornica revienta solo
como antes
los ausentes están muertos los presentes apestan
saca tus ojos vuélvelos hacia los juncos
se enojen o los perezosos
no vale la pena está el viento
y el insomnio
SALUDOS
Hola, Isladelmanes.
Para mi es grato escuchar tus palabras,y más cuando estas son de alegría. Gracias por tus visitas
Paloblanco:
Gran poema de Beckett. El insomnio es algo universal en nosotros neuróticos de un occidente que se niega
saludos y gracias por la visita
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