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viernes, abril 13, 2007

Los puntos negros

"El ser, lo inmediato indeterminado, es en realidad la nada, ni más ni menos que la nada". (Hegel, Ciencia de la Lógica).

Como bien ha explicado José Luis Pardo en su libro "
La Metafísica", ésta se inició bajo el postulado parmenídeo que asignaba al ser su existencia necesaria y al no ser su radical inexistencia. De modo que bajo la imperiosa necesidad del ser subyace la negación de la existencia del no-ser. La metafísica habría sido aquella disciplina filosófica que habría tratado de llenar con el pensamiento ese ser completo en sí mismo, de rellenar la laguna o la brecha originaria entre el ser y el pensar.

Será con Descartes cuando suceda tal fusión indiscriminada. En Descartes, pensar supone el ser, y es en esta identificación donde queda por fin destruida la laguna fundamental. Como señala el profesor madrileño, la proposición parmenídea que es el fundamento de la metafísica tiene la dolorosa carencia de presentar el no-ser bajo el ropaje de algo que, en fin, tiene que existir. Pues el problema es que no es posible hablar del no ser sin adjudicarle cierta existencia, dado que en la medida en que se utiliza una palabra para tal entidad se está suponiendo la cabida de esa entidad.

No es un problema o una dificultad lógica, acaso una contradicción. Si el pensar se identifica con el ser y yo puedo pensar el no-ser entonces es que ese tal no-ser existe de algún modo, aunque sea en su mera ausencia. Pero esa ausencia es suficiente para pervertir el espacio perfecto del ser, para vaciarlo de sentido. Concebir el opuesto de algo aún como ausencia, (pues no habría otra forma de pensarlo en cuanto lo absolutamente otro de la identidad), supone destruir el principio de Parménides para aceptar el de Heráclito; supone aceptar la existencia del Demonio para que Dios pueda ser legitimado en su existir.

Los puntos negros bajo los cuales caería la metafísica en su previa intención de disponer de la totalidad de todo lo ente no sólo se podrían denominar bajo el vocablo "nada", sino que la idea misma, por ejemplo, de Dios como la totalidad es en sí misma un punto negro bajo el que se desliza lo inifinito que no puede asumir la razón humana. Y es curioso que aquel ente que en otro momento fuera el principio de todos los entes, la Causa Primera de todo lo existente, en cuanto esencia que consiste en su propia existencia, aparezca aquí con los caracteres no de aquello absolutamente evidente y disponible a la razón (por ejemplo, el principio de contradicción), sino más bien a la manera de lo Uno de Plotino o lo innombrable por exceso.

Y es que la totalidad de lo ente como Causa que subsume toda la realidad es la plenitud por el camino del vacío; vacío, nada y perfección son sinónimos, y ello es la causa de que la verdad en sí sea una mera tautología carente de sentido. Tal Identidad suprema es en realidad no el objeto de la razón, sino aquel punto negro o fricción por donde la misma razón deja de ser operativa. Por eso no es casualidad que la pregunta más fundamental acerca de Dios sea la de su existencia. Y es que en este sentido la absoluta identidad y primera perfección como totalidad abarcante de la realidad es un sinónimo perfecto del vacío y de la nada cuya inexistencia se ha propuesto como dogma.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero David, la imposibilidad de la demostración de la existencia de Dios es un prerequisito para así perseverar en la Fe, no crees?



Renton

Unknown dijo...

No creo que sea absolutamente necesario. De hecho Sto Tomás, San Anselmo y otros han tratado de fundamentar la existencia de Dios para evitar caer en ese problema.Obviamente, la gran masa no necesita tales demostraciones racionales porque ellos mismos no lo ven como una exigencia, pero entre los intelectuales, creo, siempre se ha intentado salvar el fenomeno religioso mediante el recurso a la razon. Gracias por visitarme, renton, y ya de paso si me permites te agrego en mi blog, saludos!!

Anónimo dijo...

Pero no sólo ni Sto Tomás ni San Anselmo consiguieron su objetivo si no que ni siquiera entendieron qué era la Fe.

Otro tanto ocurre con esos intelectuales que citas dado que, kantianamente hablando, el ser humano es incapaz de concebir nada que escape a las premisas espacio-temporales.

Si he dicho alguna estupidez házmelo saber por favor.

No pretendo pontificar si no que busco agumentos que esgrimir a la hora de defender mi fe....

Y yo trambién te agrego que llevo rato leyéndote y pasándomelo teta! :D

Renton

Unknown dijo...

Bueno, con Jethro hemos tenido alguna discusión sobre la mistica entendida como eso que está más allá de lo decible, etc. En cuanto a lo de la estupidez, en el momento en que nos ponemos a pensar, ya sea que lo que hagamos sea filosofia, pensamiento o poesia, tenemos que darnos el margen o la premisa de que todo movimiento no sabrá ni de estupidez ni de suprema verdad, sino que, al contrario, todo movimiento del pensar es trabajo en el pensar y por tanto nunca es en vano. Dios fue para mi siempre la incognita que no se podia desvelar. Hoy sostengo otras ideas, y en general, creo que, tras muchas dificultades, puedo sencillamente considerarme ateo. No obstante lo cual no solo respeto, sino que entiendo a la perfección todo aquello que pertenece a lo indecible del hombre y de hecho no tengo una postura negativa contra ello. tambien para mi lo fenomenico, no siempre, pero si en muchas ocasiones, constituye una especie de cárcel del pensar. Saludos de nuevo, y me alegro que mi blog te haya entretenido.

Anónimo dijo...

La frase de Hegel que pones como epígrafe me sigue pareciendo inatacable. De lo mejor que se haya dicho jamás.

Saludos.