Es propio de la arquitectura de todo saber el hecho de admitir un significado como término de una relación aún cuando éste tenga como esencia la pura indeterminación, con el fin de comprender una sentencia, del tipo que sea. Ello quiere decir que para comprender es preciso poner entre paréntesis aquellos términos que sujetan el razonamiento, de modo tal que el acto de la comprensión se ve abocado a un círculo vicioso insalvable, donde cada comprensión remite a una previa comprensión de lo ya dicho, y donde finalmente el círculo hermenéutico se convierte en insuperable. Toda relación conceptual se basa en este hecho, a saber, en la necesidad de suponer la determinación conceptual de uno de los términos de la relación para poder completar una sola relación, que en realidad depende precisamente de los términos de los que ella misma está formada. Tal circularidad es otro de los trascendentales de la existencia del hombre, y está basada en la estructura propiamente indeterminada del ser.
El ser nos impulsa, por un lado, a determinar su significado, y por otro, a dejarlo en la más completa indeterminación. No hay un ser de la vida como tal, (y no sólo de la vida como Erlebnis, como concepto metafísico), no hay un ser de aquello que se presencia como la totalidad y sin embargo subsiste, utilizando para su subsistencia todo lo ente, todo lo presentificable como tal, aquello que con su apariencia oculta la fuerza que lo hace posible, y de ahí la respuesta del hombre en su doble vertiente, como pregunta que no puede satisfacer lo actual, lo presente, y como imposibilidad de determinar lo que por esencia se halla precisamente ausente.
Esto también significa que no podemos determinar el último sentido de la vida, y por ello, que no cabe imaginar un ser (en el sentido clásico del término)de esta vida, un ser del propio ser, pues en cuanto ausencia disgregada en la multiplicidad de los entes no cabe imaginar su forma, su figura, su razón. Es por ello que no podemos trabajar con los conceptos habituales cuando queremos enfrentarnos al problema del ser, pues éste mismo ser bajo la óptica de la razón se vuelve inmediatamente resbaladizo y opaco, hasta el punto de desaparecer bajo la mirada escéptica del que pregunta.
El ser, pues, se caracteriza por su indeterminación. Es verdad que existe una dialéctica de memoria y expectativa que produce objetos perdurables en la memoria y que podría dar un significado de la vida. Pero dado que nuestra existencia es finita, no puede cerrarse el diagnóstico y habría que esperar una infinita cantidad de tiempo para poder hacerlo. La suposición de que la eternidad tampoco sería suficiente nos conduce a desgajar el problema del ser del marco categórico en el que su sentido estaría ligado a una consecución causal de acontecimientos vitales. Por el contrario, el mismo sentido de la vida perece y renace a cada minuto, y por tanto el tiempo mismo no es capaz de apresarlo en la forma de un significado vital absoluto.
El dilema del hombre es en este caso que el ser mismo le pide dos conductas contradictorias, dos actos irresolubles. Por un lado, la guía misma del ser conduce al hombre a comprenderle siempre desde el punto de vista de su propia indeterminación. Pero al mismo tiempo el ser exige que el hombre determine de alguna manera su sentido, la dialéctica de su aparición/ocultación. Y es esta misma dialéctica la que de nuevo vuelve a consagrar el sentido del ser como lo absolutamente indeterminado, como aquello de lo cual ni siquiera cabe el silencio, pues el ser mismo nos obliga a perpetuarnos en la dirección de sus huellas, de su rastro, que no es otro que el de la forma de la pregunta.
1 comentario:
Siendo el que pregunta y la pregunta misma algo y alguien que no se pueden responder... Concuerdo con usted...No voy a halagar su publicación más de lo improbable...Me trae a la mente algo de Sloterdijk en Esferas II"Tras el giro al infinito actual, el concepto de Dios ya no es edificante para autoridad alguna, contexto vital alguno, poder regional alguno=...¿Y que es el Ser...? ¿Una creación sin ser?¿Un pedazo de vacuidad? Traigo a colación otra cita de Sloterdijk- para guiarse entre los parajes de la duda, la incomprensión y todos los paralajes turbios de que se conforma la razón lógica occidental- "Zaratustra quiere hacer de nuevo de la vida de unos pocos algo monstruoso, en tanto que transforma el pensar mismo en una infección:"Os vacuno con la locura"
Publicar un comentario