236. Muchos de mis sueños han sido más intensos que la mayor parte de mis experiencias de vigilia. Esa pesadez tediosa de la vida en la que las ilusiones se desvanecen pero tampoco termina por colapsar en algo grande y definitivo, (pues si así fuera, entonces aún guardaría algo de su vitalidad), es lo que yo propiamente entiendo por muerte. En tal estado lo que llamamos realidad se convierte en una telaraña de ilusión pues da la impresión de que apenas nada exista, de que lo que subsiste es una cruda necesidad que ha perdido todo su atractivo, una necesidad en la que no encontramos apoyo sino una monotonía errante que sólo puede ser redimida por el brusco acontecimiento de un desenlace fatal. Eso al menos resucitaría al muerto que ya se es en vida. Pues sólo viviendo en la vida, y no muriendo, pueden tener sentido todas las demás cosas de la vida. Sólo así tienen sentido el conocimiento, la verdad y la falsedad, el saber humano y su finalidad.
237. En otro sueño era arrojado a un pueblo inhóspito en cuyo interior desértico yacía una iglesia solitaria. En el interior mujeres conjuraban un extraño rito sobre una tumba infantil. Los confesionarios eran el centro de mi atención y de mi pavor. Las cortinas amarillas y con olor de cera tomaban la forma de un perfil maligno que ostentaba en su mano un látigo, con el que sacudía a las víctimas de la moral. El sacerdote pasaba por mi rostro su mano abierta y de fuego y yo huía perseguido por una maldición de extraños signos.
247. La Naturaleza pregunta tanto como pregunta nada. No hay motivos para suponer que haga una cosa más que la otra.
248. En la ordenación de los conceptos toma forma el mundo. No es que los conceptos versen sobre el mundo, sino que es en su misma utilización donde los conceptos fabrican el mundo. Por eso el mundo poético es tan distinto del mundo del científico o del filósofo. El mundo muere con cada pensamiento y resucita con cada pensamiento. Desde este punto de vista, tan científico es el arte como la filosofía como la ciencia.
249. El mundo tiene la forma de la discontinuidad y de la ocultación. Aquí aparece, más allá se rompe, más adelante parece tener consistencia, más atrás se desmorona en el absurdo. Tal es su condición ontológica más propia.
250. No es la continuación del pensamiento la que hace del mundo un asunto inconsistente, sino las distintas capas que convergen en el punto céntrico del mismo, capas que constituyen la referencia a la que se dirigen en su propio trayecto, sin que la esencia misma pueda ponerse al descubierto. El mundo es aquello que se traza con posterioridad, no lo supuestamente anterior de lo que pudiéramos hablar.
251. El que se ha topado alguna vez en la vida con una vivencia extrema en la cual se ha manifestado plenamente la conciencia, ésta ya no le abandonará jamás. Es verdad que siempre puede tomar la forma de otra cosa, incluso la de la locura. De hecho, gran parte de las formas de locura entre los hombres son sólo formas derivadas de un exceso de conciencia, de un tener siempre enfrente las cosas demasiado claras.
263. La descripción del procedimiento del sueño requiere una observación tan precisa y peculiar que parece sólo posible bajo excepcionales situaciones. El sueño es una conquista de la vigilia, en la que ésta queda a merced del sueño mediante el recurso de convertir conceptos en imágenes. La lucha de la vigilia, la idea que mantiene la conciencia, se convierte en el sueño en un árbol zarandeado por el viento, que no es otra cosa que la potencia onírica. En el sueño se produce una auténtica traducción de las ideas en metáforas, una sustitución de una idea por una imagen o una sensación. Todo el mundo conceptual se convierte en otra cosa, y cada imagen reproduce tal o cual sentido, a la manera de un gran teatro. El sueño reproduce así la obra de arte, al reducir el concepto a una imagen, al sustituir la idea por una sensación.
264. ¿Por qué no podemos dormir, incluso cuando no experimentamos ninguna preocupación? Pues aún hay algo que se mueve y que nos mueve, y el motor y lo movido están cortados por la tijera de la interrogación.
265. Es propio del ser más íntimo de las cosas el que un pensamiento que pueda abarcar la totalidad misma aparezca de pronto reducido a un elemento prescindible en el seno de otra dimensión de esa totalidad. Lo más importante de la vida se vuelve inútil o innecesario en esa misma vida, cuando ésta alcanza el otro extremo de su totalidad. De esta manera se explica que lo sagrado y lo divino tengan su natural evolución hacia lo propiamente monstruoso, y que toda magnificencia del pensamiento o de la vida no hagan más que claudicar frente a las inapresables dimensiones de la misma.
266. El silencio acecha en los espíritus cansados y aburridos. La mayor desesperación se vuelve tedio cuando el alma está continuamente bombardeada por el sufrimiento. El dolor no es lo más insoportable, sino la ausencia de todo padecimiento. Es preferible sufrir antes que no sentir nada. La dialéctica contradictoria de la vida, enfrentada de continuo a nuestra arquitectura mental, provoca una sedación progresiva de las facultades intelectuales y vitales. Al final, el silencio se hace real y amenaza la productividad del pensamiento. La palabra se colapsa y finalmente engulle al sujeto en una órbita sin contenido en la que el espíritu como tal ha dejado de existir.
284. Yo no sé si un loco soñará cosas más terribles que las que yo sueño. La última vez de mi boca salían mares de un líquido negro y mi mandíbula se abría hasta desangrarse. Una violencia maligna salía de mí, poseyéndome. Yo mismo era un demonio.
285. No es la excesiva vigilia la que nos vuelve locos, sino el sueño que como castigo nos confunde por no acudir a su cita imprescindible.
286. El sueño nos salva de la vida. El que es capaz de habitar días enteros en la pura vigilia comienza a comprender la enormidad de la existencia, y el sueño nos salva de enfrentarnos a esa enormidad con los ojos abiertos, como el que mira al Sol directamente.
288. Me levanté un día sin comprender ni siquiera qué significaba la palabra filosofía y que tenía que ver conmigo. Ni siquiera el concepto de vida era para mí significativo. Sólo tenían sentido los fragmentos aislados de la experiencia de un dolor que no podía jamás encontrar reposo.
289. Mi lucha es la lucha contra el silencio, contra el olvido de mí por mí mismo, contra mi olvido por las cosas que me constituyen.
290. La conciencia es la constatación más humana en la que el hombre mismo descubre la imposibilidad del conocimiento.
291. Hay que admitir, pese lo que nos pese, que la experiencia de la filosofía no es universal. Exige un grado de conciencia muy particular, que no es lo propio de la gran masa humana. Es más, se podría pensar que lo verdaderamente universal es la estupidez, y que es en ella donde hay que buscar el comportamiento humano más auténtico. La inteligencia no brota en los hombres como las flores del substrato terrestre. A menudo nos cuesta articular la palabra correcta, ordenar el pensamiento, trascender el limo en el que solemos habitar. Sin embargo, qué fácil es cometer estupideces, qué fácil es dejarse al arbitrio de las cosas, y desechar por inútil o extraña la propia reflexión. Todo esto dice mucho de la naturaleza del hombre.
292. No es que la filosofía no sea esencial. La filosofía como tal es imprescindible. El rechazo extraño hacia la filosofía proviene más bien de que muchas personas pueden vivir tranquilamente sin tocar jamás la esencia o la razón de esa vida. El animal no puede vivir sin comer ni beber, pues lo propio en el animal o su esencia es puramente material. La esencia del hombre es espiritual, y sin embargo puede decidir obviarla. Por eso el hombre puede asignarse títulos como los de decadencia o perversión, cosa que el animal no podría hacer jamás. Somos capaces de convertir en extraño lo más familiar para nosotros.
293. Con el mismo lenguaje podemos construir juegos de lenguaje sin posibles traducciones que colocan entre sí a los hombres tan distantes como el mismo hombre lo está del propio animal.
294. Frente al conocimiento, estático y contemplativo, el siglo XIX formuló su concepto de vida de una forma que es excepcionalmente justa a la realidad de las cosas. La vida es más bien el tránsito de aguas siempre cambiantes en direcciones contradictorias que imposibilitan al hombre la contemplación continua de un mismo objeto.
295. No sería descabellado afirmar que la Historia la construyen no los grandes hombres, sino hombres que debido a la estupidez de los que los estimaron en gran medida formaron parte del legado de nuestra constitución. Quizás el espíritu de la Historia no sea tanto la inteligencia sino la estupidez.
4 comentarios:
Una vez soñé un sueño en el que un personaje me decía: este sueño que sueñas no lo estás soñando.
El sueño es una obra de arte difícil de describir pero que empuja la imaginación a paisajes diferentes y a veces no la toma de decisiones imprevistas.
Yo creo que siempre que he soñado con viajes (casi siempre en tren o automóvil) he tenido que tomar decisiones muy importantes.
Hace tiempo que no sueño con viajes.
Saludos y gracias por tus pensamientos.
Aclaración: ...a paisajes diferentes
y a veces con la toma de decisiones imprevistas.
Gracias, petrusdom, por los comentarios, y gregorio lui. Ciertamente los sueños son un tema fascinante y aún un mundo desconocido por el hombre.
saludos.
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