Algo inexplicable. Tras meses de luchas públicas continuas, la actividad del movimiento 15m se ha visto sofocada cuando no suspendida justo en un momento radicalmente triste para gran parte de la sociedad española: la venida del monstruo fundamentalista Joseph Ratzinger. En un momento en el que la conciencia pública debía haberse desatado, como una tromba, sobre la injusta financiación de una no menos injusta Iglesia Católica, de pronto el globo se deshincha y las fuerzas críticas se dividen.
Pero no podía ser de otra manera. La inclusión ilimitada, único dogma controvertible que aquilata todo el edificio axiológico del 15m, se ha convertido poco a poco en un obstáculo más que en una herramienta dinámica. El respeto a los principios del otro, en un primer momento honorable, ralentiza más tarde la cristalización relativa cuando no la impide: la conciencia pública termina por extenderse hacia atrás, coincidiendo con la totalidad de la vida pública, donde no existen homogeneidades ideológicas perceptibles, sino simplemente la yuxtaposición infinita de cada dios y cada demonio particular.
Y es que toda lucha social establece de inmediato sus objetivos y sus incompatibilidades. De hecho, este vocablo, “lucha”, nos informa por sí mismo de que aquellos que la apoyan tienen más enemigos que amigos; de que su campo de acción no es el diálogo eterno, sino los objetivos concretos, que suponen o implican el derrocamiento de aquellos que, en su necesidad por conservar el poder, harán todo lo posible por conservarlos lejos de los que están luchando. Dicho esto, parece que aquello que describía la complejidad de un movimiento que al parecer sobresalía por nuestra incapacidad categorial por apresarlo, pesa cada vez más como una nota de su impotencia que como una verdadera novedad. Dicha impotencia viene, a mi modo de ver, causada por la composición de su tejido ideológico, del cual podríamos observar tres notas fundamentales:
1)El sector reformista a corto plazo; en él podríamos incluir, a primera vista, plataformas afines a DRY y similares, incluyendo las propuestas de un nuevo partido político: proponen una reforma de las leyes electorales, mayor justicia distributiva en los beneficios de la clase política, y una reforma parcial de la democracia. En ellos predomina la escasa militancia política. Son los más orientados políticamente, pero también los más moderados. Su ideología es débil. Intentan evitar posiciones estáticas desde el punto de vista político, y buscan mediaciones que vayan más allá de las estrategias identitarias forjadas por las distintas tradiciones de pensamiento político.
2)El sector radical, formado sobre todo por elementos de militancia activa e historial revolucionario. Aquí se encuentra el anarquismo tradicional, distintas plataformas de ideología fuerte o con tradición histórica, comunistas y republicanos. Están orientados políticamente pero tienen conciencia de su posición en el conjunto de la sociedad y unos objetivos claros. Su ideología es fuerte. No temen expresar su pertenencia a tradiciones ideológicas con peso histórico y se posicionan a la izquierda.
3)El sector que podríamos llamar de pensamiento social. En él se encuentran plataformas ecológicas, altermundistas, sectores antiglobalización, movimientos pacifistas y de concienciación social. Son los menos politizados, con menor definición intelectual de su ideario, que proponen un modo alternativo de distribución en la riqueza económica del mundo. En él caben utopismos de toda clase, espiritualismos y otras alternativas ideológicamente débiles. Su tejido político es débil.
Esta caracterización no es, desde luego, todo lo fiel a la realidad que debería ser. Pero creo que podría servir de esquema o patrón básico para adentrarse en la jungla 15m. En la medida en que las distintas orientaciones internas del movimiento se definan de una u otra forma, podremos asegurar el continuamiento de este movimiento o su disolución. La venida del Papa en estos días ha suscitado que el bloque segundo, formado por componentes de larga militancia y conciencia ideológica fuerte, comience a dudar de su pertenencia o apoyo al movimiento. Por otra parte, es este bloque el que debería actuar de pedagogo político y formador de voluntad política de los otros dos bloques, menos duchos en experiencia y faltos de dimensión teórica. La conexión de los tres bloques en principio ha dado como resultado las amables experiencias pasadas que hemos saludado todos con satisfacción, desde el día 15 de Mayo. Pero si el movimiento no cohesiona estas distintas sensibilidades corre el riesgo de entorpecerse y perder toda la fuerza que al principio tuvo. Si la izquierda tradicional no tiene la paciencia necesaria, el 15m perderá el eslabón teórico y la experiencia política que necesita para poder seguir su curso. Esperemos que todo no termine como una simple explosión de fuegos artificiales.
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