La definición de la vida ha sido atribuida a un tal Ro-Klo ( Pekín, 1900?-1998?), líder de una secta influenciada por Buda, Spinoza y Nietzsche que finalmente acabó siendo un criadero de criminales, drogadictos, y otros asociales. Klo nunca entendió qué les pudo suceder a sus discípulos. Su religión apuntaba a los principios de
“la salud mental, la castidad, el pensamiento, la honestidad del cuerpo y del alma”
Pero lo cierto es que fue el propio Klo quien, en una sesión oscura de un día indeterminado, acribilló a balazos la estatua de Buda de su propio templo y después ordenó a sus discípulos un baño de agua fría, seguido de torturas específicas que se alargaron durante más de cuarenta días. Para sus discípulos, cegados por la locura de Klo, se trataba de una nueva preparación que les haría ingresar
“en el reino de la vida, la purificación espiritual y el placer moral y corporal”.
Klo decidió que su sexo no podía seguir siendo el masculino. Tras mantener relaciones sexuales con un sumo sacerdote católico, al que engañó mediante un soborno de dinero, compró todo un ejército de prostitutas para aprender el arte de ser mujer. Sin embargo, tampoco esto le convenció. Así que decidió por emigrar del sexo, defender la neutralidad sexual
Ni plátano ni uva,
Quiero limpia mi montaña
Y mi corazón gélido
Ante Dios,
Y las bragas y el calzón
Se los guarde el impío
Donde no puedan entrar
Los ojos puros del Divino.
Extraña concepción de la divinidad, la de Klo. Sin embargo, este señor dio la mejor definición de la vida. Tras escribir más de 600 libros, estudiar atentamente a Platón, Kant, Hegel, Marx o Einstein, este filósofo homicida fulminó todo su saber en el siguiente poema, al constatar la pérdida de tiempo de su vida y la vanidad de sus quehaceres intelectuales. El documento se encontró junto a una confesión en la que se jactaba de haber cometido numerosos crímenes, haber deshonrado el nombre de Dios y la humanidad del hombre. Finalmente, desapareció en algún lugar de la estepa rusa.
Nada,
Un fogonazo,
Una luz,
Y después,
A cerrar los ojos
Y dormir.
“la salud mental, la castidad, el pensamiento, la honestidad del cuerpo y del alma”
Pero lo cierto es que fue el propio Klo quien, en una sesión oscura de un día indeterminado, acribilló a balazos la estatua de Buda de su propio templo y después ordenó a sus discípulos un baño de agua fría, seguido de torturas específicas que se alargaron durante más de cuarenta días. Para sus discípulos, cegados por la locura de Klo, se trataba de una nueva preparación que les haría ingresar
“en el reino de la vida, la purificación espiritual y el placer moral y corporal”.
Klo decidió que su sexo no podía seguir siendo el masculino. Tras mantener relaciones sexuales con un sumo sacerdote católico, al que engañó mediante un soborno de dinero, compró todo un ejército de prostitutas para aprender el arte de ser mujer. Sin embargo, tampoco esto le convenció. Así que decidió por emigrar del sexo, defender la neutralidad sexual
Ni plátano ni uva,
Quiero limpia mi montaña
Y mi corazón gélido
Ante Dios,
Y las bragas y el calzón
Se los guarde el impío
Donde no puedan entrar
Los ojos puros del Divino.
Extraña concepción de la divinidad, la de Klo. Sin embargo, este señor dio la mejor definición de la vida. Tras escribir más de 600 libros, estudiar atentamente a Platón, Kant, Hegel, Marx o Einstein, este filósofo homicida fulminó todo su saber en el siguiente poema, al constatar la pérdida de tiempo de su vida y la vanidad de sus quehaceres intelectuales. El documento se encontró junto a una confesión en la que se jactaba de haber cometido numerosos crímenes, haber deshonrado el nombre de Dios y la humanidad del hombre. Finalmente, desapareció en algún lugar de la estepa rusa.
Nada,
Un fogonazo,
Una luz,
Y después,
A cerrar los ojos
Y dormir.
3 comentarios:
¿Necesariamente todos somos yo?.
Que intención y rigor no hayan tenido la necesaria suerte de coincidir hasta el momento, no significa que la búsqueda de utopías deba ser demonizada.
es certera pero opaca y plana. supongo que llamarla 'la mejor definicion' es una atribucion personal.
Buda, Spinoza y Nietzsche. Con los dos últimos hay bastante para desarrollar una honda misantropía de difícil cura. Crede experto.
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