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lunes, noviembre 24, 2014

Podemos: entre lo aparente y lo real.


El marketing político de Podemos ha ganado su primera batalla. La comunicación política- ese término- se ha impuesto, al menos de momento, como caballo ganador en la ruda conquista por la hegemonía. Decimos de momento porque, como afirma el sketch de El hormiguero, 'lo han hecho todo ellos', el Partido Popular y también el PSOE, inimitables en su perseverancia por cavarse una tumba como es debido: corrupción, incapacidad de ofrecer un proyecto coherente de país en el que queden incluidas las demandas ciudadanas, tensiones internas y crisis económica y social. La capacidad comunicativa, en términos políticos, de la cúpula de Podemos ha sido exitosa al gestionar esa crisis y reconstruirla en sus propio vocabulario, logrando compatibilizar un análisis de izquierdas con la percepción intuitiva de las mayorías, no sin pérdidas. Esos sacrificios- la renuncia a una identidad ideológica, las vacilaciones en torno a elementos centrales del proyecto político (el impago de la deuda, la renta básica, la forma de gobierno del estado, etc.), paulatinamente van cobrando importancia a medida que las cartas ganadoras de la primera parte de la batalla también van dejando de tener su poderoso efecto- ese poderoso efecto negativo de la crítica que en filosofía o en ciencia política puede ser suficiente, pero que en la realidad es solo una columna del problema. Una vez disipado el efecto de la crítica, el oído del público quiere escuchar lo siguiente: las propuestas concretas.

La estrategia inicial de Podemos parecía centrarse en traducir el lenguaje clásico de la izquierda, alejado del sentir común, en el lenguaje afectivo e inmediato de las masas, crear una koiné política a través de la que cohesionar las grandes demandas ciudadanas después del 15-M y lo que ello supuso. Esta fase del proyecto Podemos fue un éxito y es legítimo reconocerlo. ¿Qué viene después? Para Pablo Iglesias (PIT en adelante) está claro: la toma del poder a través de unas elecciones generales. Quizá solo de forma aparente esta obsesión de PIT es simétrica con respecto de las ideas al respecto que pudieran tener los círculos de Podemos, pero marca una diferencia sustantiva. Hay un ejemplo de ello en una conferencia de PIT en el contexto de unas jornadas de la UJCE. (Se puede ver aquí: https://www.youtube.com/watch?v=Zh2qWOsRyO0). Ante la pregunta de un asistente sobre cuál debiera ser el enfoque de la educación, PIT no vacila. La educación no se logra a través de la micropolítica, en los centros sociales gestionados por el barrio o en las asociaciones de estudiantes y obreros, sino desde el faro rector y vertical del Ministerio de Educación. Asombra la convicción con la que PIT afronta cualquier cuestión política. La solución pasa siempre por la toma del poder estatal; se comprende entonces que la centralización organizativa de Podemos no fuera mero capricho de PIT, sino la base fundamental de su proyecto- del proyecto de PIT, no del de Podemos-. El resto de la gente- los círculos, las distintas listas, etc- vacilaron y finalmente aceptaron el órdago. Pero ello no era resultado de una casualidad, ni tampoco una concesión que los círculos aceptaron a fin de avalar a lo que se ha llamado “el grupo promotor”. Era la base del proyecto, y quien no entienda esto no ha entendido a PIT.

Pero PIT se ha esforzado en dejar claras sus convicciones. Nadie puede acusarle de lo contrario. Solo cuando se trata de llevar a cabo la estrategia, solo cuando se trata de “comunicar”- es decir, de disfrazar los proyectos verdaderos como pasaporte para llevarlos a cabo- PIT puede parecer confuso, despistado o vacilante. Pero la razón no es que PIT no sepa cual va a ser su proyecto. La razón es que su proyecto real no es hegemónico. No puede aparecer en televisión. Lo que nos podemos preguntar es si su estrategia de marketing político la ha utilizado solo con el sentir indignado de la ciudadanía o si también la ha extendido a los adheridos a su proyecto, es decir, a los círculos. Esa inmensa gente poco politizada o reacia a entender el mundo con la semántica de la izquierda clásica, que brotó a lo largo y ancho del 15-M, que exigía poder ciudadano y control total de los representantes políticos, y cuya expresión ha sido mutilada por orden de PIT y el “Grupo promotor”. Lo que se ponía en cuestión en Podemos era el patronazgo del proyecto, es decir, en qué iba a consistir finalmente Podemos y si se trataba del verdadero heredero del 15-M o de otra cosa. (La imagen de portada de PIT en su twitter es una foto de una manifestación de este movimiento en la puerta del Sol). La mutilación de los sectores transversales y horizontales era la condición sine qua non para que PIT pudiera conseguir su objetivo político: la toma del poder. Por eso se puede decir que lo que en aquellos días claves en los que Podemos estaba configurando su esencia lo que había en juego eran dos proyectos distintos. Que uno era el de PIT y otro el de los herederos del 15-M no es una suposición sin base. PIT es un comunicador pero también un político. Y él no es uno de aquellos inocentes o vírgenes de la política que, cansados y hastiados por la corrupción y la crisis, se acercaron a las plazas para configurar un nuevo modo de hacer política. La aparente vacilación de PIT en torno a algunos temas de la futura política de Podemos oculta una firme convicción en torno a temas clave de la sociedad, como la educación, la sanidad, las bases militares de la OTAN o la forma de gobierno del estado. Esa convicción también era necesaria para formar un equipo de gobierno fuerte, que fuera capaz de llevar a cabo su programa y que no se perdiera en vacilaciones y dudas obstaculizantes.

Y es aquí donde se ha de mencionar, como cara de la otra moneda en lo que tiene que ver con los proyectos alternativos para este país, el trabajo de una IU cada vez más despreciada, sometida a una crisis interna que puede ser definitiva. Porque IU sí tenía un proyecto que desbordaba las instituciones. Desde hace muchos años, la tarea del PCE dentro de IU era trabajar en los movimientos sociales para facilitar la ruptura y el proceso constituyente. El otro brazo de este proyecto era la propia IU, que debía ser solo la cabeza de un proyecto en el que un cuerpo entero, el cuerpo social, era elevado a categoría política a través de una lucha constante en las calles y un trabajo perseverante por la hegemonía. Es decir, ese brazo que le falta a Podemos, que ha querido sustituir por el debate televisivo, por la intrusión ideológica en los medios. Y es aquí donde llegamos a la paradoja central: que quien ha logrado ganar la batalla central- la batalla por la hegemonía- lo ha logrado desde los medios sin necesidad de bajar al barrio. O eso al menos es la convicción de PIT. Pero se equivoca en una cosa. Y es que los barrios también habían apoyado a PIT. Hasta ahora. Los herederos del 15-M se vieron reflejados en el proyecto de Podemos, y PIT cometería un error si pretende que el trabajo ya está hecho y que puede por tanto prescindir de ellos, para centrarse en la tarea de gobernar. Podemos es hoy una cabeza sin cuerpo, un intelecto incorpóreo que avanza temerariamente hacia un objetivo tan claro como problemático: la toma del poder. Y es problemática, pues ahora hay que separar y distinguir, lo que era un medio para conquistar la hegemonía social y lo que era el fin para el que se galvanizaba ese medio; lo que es la televisión y lo que no es la televisión, lo que es el “sentido común” y lo que es la ideología clásica. En suma, elegir entre la apariencia y lo real.

En cierta manera, el futuro de Podemos también está hipotecado por la actitud que tomen sus militantes más honestos. Hablo de las mareas, de los que participaban activamente en el 15-M, de los movimientos sociales clásicos. Si estos aceptan finalmente la dirección de PIT, éste tiene muchas posibilidades de alcanzar la Moncloa. Con una condición. Que haga frente al dilema de exponer abiertamente sus convicciones políticas y organizativas, cosa que ya ha hecho a medias a través de los procesos de constitución de Podemos. Pero la estrategia comunicativa que la ha llevado al éxito puede convertirse en su boomerang particular. Pues ha pasado la hora de ocultar el programa, y se avecina el momento en el que se trata de explicar, hablar, proponer. Es decir, de desvelar aquello que, velado, le había permitido alcanzar el éxito. Cómo enfrente esa situación determinará el futuro de Podemos. Mientras tanto, PIT no solo no ha puesto en entredicho la eficacia de los medios de comunicación, sin ofrecer alternativas al discurso hegemónico, sino que a través de su éxito ha confirmado y fortalecido, si cabe, esos mismos medios del capitalismo dominante. Ha demostrado que el discurso racional y meditado de IU y el PCE, con sus brazos múltiples, es inservible y que la televisión sigue siendo hegemónica, en lugar de promover o incentivar otras formas de producir hegemonía. Pero maneja un arma de doble filo, y su lucha es hoy una lucha entre sombras para distinguir lo real de la apariencia: una tarea tan difícil como peligrosa.